Yo no siempre fui una niña ejemplar, especialmente no lo era cuando tenía unos 9 años y cursaba el cuarto grado en el Colegio Williams. La realidad es que tenía un profe que le faltaba imaginación y tenía pocos conocimientos de didáctica.
Cada día la misma historia, mientras él anotaba sumas, restas y divisiones en el pizarrón, cosa que hacía todos los días religiosamente a las 8.00 de la mañana; yo me organizaba con mis amigos a jugar ”a la tiendita”. Recuerdo que dibujaba diferentes productos en pedazos de papel y también les anotaba precios. Teníamos unos papelitos que hacían juego de billetes también. Compraba, vendía, daba cambio.. Yo también estaba estudiando matemáticas, no en teoría como todos mis compañeros que eran muy obedientes, sino en la práctica. Es quizá por eso que siempre trato de buscar los aspectos prácticos de los objetos de aprendizaje en mis cursos.
Uno de los temas de mis alumnos principiantes de sexto grado en justamente ”una tiendita” o quiosco, aprenden los números del 1-100 , los nombres de algunos productos y algunas frases útiles para realizar una transacción de compra-venta.
Con el objetivo de lograr algo práctico elaboré unas tarjetas con productos y con dinero.
Luego los alumnos recortaron todo y escribieron su lista de precios, para el juego usaron como base el siguiente diálogo:
Saludo (hola, buenas tardes, buenos días.. etc
-¿Qué desea?
-Quiero una manzana .
-¿Algo más?
-No, nada más
-¿Cuánto cuesta?
-Son……euros
A ese diálogo después se le pueden añadir variaciones, por ejemplo, que se agregue el color y hacer énfasis en los artículos indefinidos masculino y femenino:
- Quiero una manzana roja y un refresco
También practicar la negación: No, no quiero una manzana , quiero una naranja.
adriana sturesson 